Un dato sorprendente es que la Antártida no se popularizó en los atlas actuales como un continente hasta después de la Segunda Guerra Mundial. Y sin embargo, ya había sido intuida y representada desde hacía milenios en los mapas como mítico contrapeso a los continentes ya conocidos del norte. Esta es la historia de un continente imaginario que resultó ser muy real.
En el siglo I el astrónomo y geógrafo griego Ptolomeo representaba en un célebre planisferio un misterioso e inmenso territorio llamado Terra Australis Incognita, es decir, la Tierra Austral Desconocida. Su cartografía se inspiraba en las tesis geométricas de Aristóteles y Eratóstenes que planteaban que si la Tierra era esférica, las leyes de la simetría hacían necesario un gran continente austral que ‘equilibrase’ el peso y la superficie continental del hemisferio norte. Aunque la extensión del supuesto continente incluía zonas que corresponden hoy a Australia, Nueva Zelanda y a grandes extensiones de océano, se trataba de una asombrosa intuición de lo que conocemos como el continente antártico.
La tradición ptolemaica se perdió en Europa durante la Edad Media, cuando la investigación geográfica experimentó un fuerte retroceso. Sin embargo, su ‘Geografía’ se había mantenido vigente entre los árabes y en Constantinopla, con sucesivas ediciones en lengua griega, y a partir de estas fue traducida al latín por el humanista Jacobus Angelus a principios del siglo XV.
El enigmático continente volvía aparecer en los mapas europeos, junto a los nuevos conocimientos geográficos que incorporaban los viajes de exploración de un Renacimiento ansioso por descubrir el mundo. Aunque se dibujaba alrededor del polo sur, con mucha frecuencia se atribuía a esta Terra Ignota una superficie mucho mayor a la de la Antártida real y se situaban sus límites mucho más al norte. Esto llevó a grandes confusiones, como la del navegante Magallanes quien, al descubrir el estrecho que lleva su nombre y contemplar las costas de Tierra del Fuego, creyó encontrarse ante nuestro mítico continente desconocido. Otras tierras, como Nueva Zelanda, Australia o la Isla del Espíritu Santo, en el archipiélago pacífico de Vanuatu, recibieron el apelativo de ‘austrialis’ al ser confundidas con esta tierra.
Finalmente, los viajes de marinos españoles como Fernando de Hoces y sobre todo, las exploraciones de James Cook a través del océano Antártico demostraron que la masa continental debía de estar confinada mucho más al sur de lo que habían estimado.
En 1820 el continente antártico es oficialmente descubierto, aunque todavía hay discrepancias sobre quién fue el primero en avistarlo: un mercader británico, un explorador y científico ruso, o un cazador de focas estadounidense. La mítica Terra Ignota desaparecía, miles de años después de su primera representación. Todo un continente desconocido pero muy real, la Antártida, esperaba a ser explorado.